“Despierte el alma dormida”…pero no es tan fácil hacerla despertar. Acurrucada entre acolchonados cobertores de dogmas, de consignas, de explicaciones, drogada de noticias y de ese otro beleño, la esperanza, amodorrada de ciencia, convicta y confesa, pobrecita mía… ¡con que escalofrío saca la punta del pie de su embozo para calibrar la temperatura glacial que reina allí donde la coherencia acaba y los razonamientos más razonables comienzan a enarbolar una sonrisa demente! Vuelve a tu sopor, pobre alma mía: tirita y sueña, bien arropada, hasta que lo irremediable venga a buscarte. Sueña que tienes un inconciliable alcanzar de certezas, un plano digno de confianza de las selvas y pantanos que te rodean, guardianes fieles que rechazarán los asaltos de la duda, capitanes de ojos fieros y proyectos claros, abades capaces de encontrar la huella estoica en la Ley hasta en tu entraña más brumosa, alegres compañeros de banquete y una dama de impúdico pudor que alegrará la soledad de tu cama…; no eres ilusa, nadie debería serlo ya, sino ilustrada; conoces los decretos de la necesidad y los acatas con aparente fastidio y secreta complacencia, estás segura de tus limites y, lejos de los arrebatos adolescentes, has aprendido a estimar las sosegadas aventuras del orden, el medro moderado, la progresión tranquila hacia la armonía social mas autentica… con pólizas de resignación y cordura te veo estampillada, alma mía. Y bien pudiera ser que tuviera nebulosa y blanda suerte hasta el final: quizá mueras antes de despertar. Ojala no te acometa la vigilia, mi apocado fantasma. Que el destino te guarde del vendaval de la lucidez, del vértigo de la ausencia de locura, del desfondamiento, de las imponentes olas del mar de acíbar…Aunque solo te llegases a despertar un instante, jamás olvidarías tu discreto reposo; la recaída siempre estaría ya cerca de ti y tu voz nunca recobraría el tono de firmeza con que sueles decir: “Yo creo…”
|
- Savater