Donjuanismo
|Lo que Don Juan pone en practica es una ética de la cantidad, al contrario del santo, que tiende a la calidad. No cree en el sentido profundo de las cosas. Recorre, almacena y quema esos rostros calidos o maravillosos. El tiempo marcha con él. Este no se separa del tiempo. Don Juan no piensa en “coleccionar” mujeres. Agota su numero y con ellas sus posibilidades de la vida.
Coleccionar es ser capaz de vivir del propio pasado. Pero él rechaza la añoranza, esa otra forma de esperanza. No sabe contemplar los retratos.
Hay quienes están hechos para vivir y quienes están hechos para amar.
Todos los especialistas de la pasión lo dicen: no hay amor eterno si no es contrariado. No existe pasión sin lucha. Semejante amor no termina sino en la ultima contradicción, que es la muerte. Pero otro tipo de amor estremece a Don Juan, y este es liberador. Aporta consigo todos los rostros del mundo y su estremecimiento proviene de que se sabe perecedero. Don Juan ha elegido no ser nada. Él busca la saciedad. Si deja una mujer hermosa no es en modo alguno porque ya no la desee. Una mujer hermosa siempre es deseable. Es porque desea a otra, y eso no es lo mismo.
Esta vida le colma, no hay nada peor que perderla. Este loco es un gran sabio. Para entender a Don Juan hay que referirse siempre a lo que simboliza vulgarmente: el seductor normal y mujeriego. Es un seductor de lo mas normal. Con una diferencia: que es conciente. Para él se trata de ver claro. No llamamos amor a lo que nos ata a ciertos seres sino por referencia a una manera de ver colectiva de la que son responsables los libros y las leyendas. No hay otro amor generoso que el que se sabe al mismo tiempo pasajero y singular. Todas esas mujeres y todos esos renacimientos constituyen para Don Juan la gavilla de su vida. Es la forma en que él tiene de dar y de hacer vivir. Amar y poseer, conquistar y agotar, esa es su forma de conocer.