Frío

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Llegó el frió a esta pequeña ciudad mediterránea. Junto a él vientos, nubes, sweters y una hora más por cada noche –y aumentando-. La gente comienza a estancarse en sus casas. Las calles vacías. Las narices y las orejas heladas. Manos que se frotan la una a la otra. El humo al respirar.

Hoy ordené completamente mi cuarto, apuntes y ropa (increíble). Ayer compré más libros. Voy arreglando mi hormiguero para pasar el invierno. Deambular por las calles empieza a ser menos apetecible. Por fin hay guiso de lentejas para comer. Por fin puedo usar varias frazadas hasta sentirme casi inmovilizado por el peso. Taparme hasta la frente. Lo malo es tener que levantarse a la mañana, algo imposible. La cama aprisiona, no te deja salir. La almohada te da excusas para que no la dejes. Y a veces uno cae. Que bueno dormir hasta tarde cuando se sabe que afuera hay llovizna, nubes y ese viento frió mañanero.